Capítulo cuarto - Guerra y soledad

La guerra, como cualquier guerra, no fue buena para nadie, aunque tanto Jimm como Paul seguían sobreviviendo a la muerte.
Pasaban meses y más meses, y por otro lado Anna se encontraba cada vez más sola, pues su mejor amiga, Lissy, se había casado con un hombre que le doblaba la edad para poder subsistir, y ahora Anna se pasaba los días paseando por los cultivos de su familia, a veces ayudando a sus padres con la siembra o los animales. Su cuerpo seguía en aquel pueblo pero su mente estaba muy muy lejos. Estaba con él. Cada noche soñaba con su retorno, con poder volver a abrazarse a su cuerpo como hiciera el último día; y cada mañana se despertaba bien temprano, con la esperanza de verlo abajo en el salón.
Fue al cuarto mes cuando la anciana tía de Jimm falleció, dejándolo solo, pues sus padres habían muerto cuando él era muy pequeño. El señor Dowson decidió que debían escribirle para que conociese la mala noticia, y enseguida Anna pidió ser la que escribiera la carta.
La carta que Jimm recibió, semanas más tarde, mientras le curaban una pierna herida, estaba llena de mensajes de apoyo y deseándole que volviese pronto para volver a verlo. Sólo en una postdata Anna le escribía que su tía los había dejado. Animó mucho, el escribir esa carta, a Anna, pero a las pocas semanas volvió a su apenada rutina, porque bien es cierto que Jimm no escribió carta de vuelta.

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